
En las seis horas que transcurren entre la salida del último tren de la noche y la llegada del primero de la mañana, unos trabajadores de la zona rural de Japón construyeron una estación de tren totalmente nueva. Sustituirá a una estructura de madera mucho más grande que ha servido a los viajeros de esta remota comunidad durante más de 75 años.
Los componentes de la nueva estación se imprimieron en 3D en otro lugar y se montaron en el sitio el mes pasado, en lo que los operadores del ferrocarril dicen que es una primicia mundial. Puede parecer más un refugio que una estación, pero construir una de la forma tradicional habría llevado más de dos meses y costado el doble, según la Compañía de Ferrocarriles de Japón Occidental.
A medida que la población de Japón envejece y su mano de obra disminuye, el mantenimiento de la infraestructura ferroviaria, incluidos los anticuados edificios de las estaciones, es un problema cada vez mayor para los operadores ferroviarios. Las estaciones rurales con un número cada vez menor de usuarios han planteado un reto particular.
La nueva estación, Hatsushima, está en un tranquilo pueblo costero que forma parte de Arida, una ciudad de 25.000 habitantes de la prefectura de Wakayama, fronteriza con dos populares destinos turísticos, las prefecturas de Osaka y Nara. La estación, servida por una sola línea con trenes que circulan de una a tres veces por hora, da servicio a unos 530 viajeros al día.
Yui Nishino, de 19 años, la utiliza todos los días para ir a la universidad. Dijo que se sorprendió cuando se enteró de que se iba a construir aquí el primer edificio de estación impreso en 3D del mundo.
“Al verlo, las obras avanzan a una velocidad que sería imposible con una construcción normal”, dijo. “Espero que puedan hacer más edificios con la tecnología de impresión en 3D”.
Serendix, la empresa constructora que trabajó con la Compañía de Ferrocarriles de Japón Occidental en el proyecto, dijo que imprimir las piezas y reforzarlas con hormigón llevó siete días.
La impresión se realizó en una fábrica de la prefectura de Kumamoto, en la isla suroccidental de Kyushu. Las piezas salieron de la fábrica la mañana del 24 de marzo para ser transportadas unos 800 kilómetros al noreste por carretera hasta la estación de Hatsushima.
“Normalmente, la construcción se lleva a cabo durante varios meses mientras los trenes no circulan todas las noches”, dijo Kunihiro Handa, cofundador de Serendix. Los trabajos de construcción cerca de las líneas comerciales están sujetos a restricciones estrictas y se realizan durante la noche para no alterar los horarios.
Cuando los camiones que transportaban las piezas impresas en 3D empezaron a llegar un martes por la noche a finales de marzo, varias decenas de residentes se reunieron para ver cómo se ponía en marcha la primera iniciativa de este tipo, en un lugar profundamente familiar para ellos.
Después de que el último tren partiera a las 11:57 p.m., los trabajadores se pusieron manos a la obra para construir la nueva estación.
En menos de seis horas, se montaron las piezas preimpresas, hechas de un mortero especial. Se entregaron en camiones separados, y se utilizó una gran grúa para elevar cada una de ellas hasta el lugar donde los trabajadores las estaban ensamblando, a pocos metros de la antigua estación.
La nueva estación, de poco más de nueve metros cuadrados, se terminó antes de que llegara el primer tren a las 5:45 a.m. Es un edificio minimalista, blanco, con diseños que incluyen una mandarina y un pez sable, especialidades de Arida.
Aún necesitaba obras en el interior, así como equipos como máquinas expendedoras de billetes y lectores de tarjetas de transporte. La Compañía de Ferrocarriles de Japón Occidental dijo que esperaba abrir el nuevo edificio para su uso en julio.
Los responsables de los ferrocarriles dicen que esperan que la estación demuestre cómo se puede mantener el servicio en lugares remotos con nueva tecnología y menos trabajadores.
“Creemos que la importancia de este proyecto radica en que se reducirá enormemente el número total de personas necesarias”, dijo Ryo Kawamoto, presidente de JR West Innovations, una unidad de capital riesgo del operador ferroviario.
El edificio de madera al que sustituirá la nueva estación se terminó de construir en 1948. Desde 2018 está automatizada, como muchas estaciones pequeñas de Japón.
Toshifumi Norimatsu, de 56 años, quien gestiona la oficina de correos situada a unos cientos de metros, tenía sentimientos encontrados sobre el nuevo edificio.
“Estoy un poco triste por el derribo de la vieja estación”, dijo. “Pero me alegraría que esta estación se convirtiera en pionera y beneficiara a otras estaciones”.
Kiuko Notoya es una reportera e investigadora que vive en Tokio y cubre noticias y reportajes de Japón.
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